jueves, 3 de marzo de 2016

me golpeó duro con gripes y dolores de amigdalas. El director decidió desprenderse de mí entregando el cachito a mi madre. A ella no le quedó mas que contratar una nana. Mamá trabajaba en una industria de confecciones de su propiedad.
La llegada de Sara a mi vida fue un tiempo corto que recuerdo como uno de los mas lindos de mi niñez. Era estricta y maternal. Todos los dias nos sentábamos uno frente al otro de lado a la radio, a escuchar radio novelas. Al medio día religiosamente nos comíamos una chuleta con lechugas, acompañadas por las voces de "Hogar dulce hogar." Ese programa diario que duró tantos años en radios chilenas. Después de almuerzo venia "Cumbres borrascosas" y mi último programa antes de irme a cama, era" copucha el colegial". Fue la rutina de todos los dias, rota cuando aparecía en cartelera una película de Cantinflas, Jorge Negrete, Tin Tán o cualquiera de esos héroes Mejicanos que admiráramos con Sara y no dejábamos de ir, a cualquier cine de barrio donde dieran esas películas, siendo consumidores compulsivos de maní.
Un día Sara conoció a un luchador de catch muy conocido en el medio y empezó a pololear. Mi madre desapareció por unas semanas en ese tiempo al hacer un viaje no sé a que lugar y nos quedamos solos con mi nana. El luchador famoso "Pepe Santos" le ofreció mejorar la vida a Sara y la contactó con una compañía de revistas frívolas de la época. No recuerdo si el "Picaresque" o "Burlesque". La cosa que mi nana tenia que cumplir las labores de casa, cuidarme a mí, ir a los ensayos y actuar en el grupo de bailarinas de noche. Como no podía dejarme solo en las tardes, me llevaba a los ensayos y ese fue mi primer contacto con mujeres emplumadas, semi piluchas que a decir verdad, aún no despertaban en mí nada mas que curiosidad.
Una mañana que dormía, llegó madre de su viaje y vio que yo me encontraba solo en casa. Al preguntarme por Sara, no supe que responder. No pasarían muchos minutos hasta que abrieran la puerta y apareciera mi nana toda pintarrajeada, como saliendo recién del escenario. Mi madre estupefacta pidió explicaciones. Cuando supo la historia, le mandó inmediata mente el ultimátum. Bailarina o nana. Ese fue el último día que vi a mi querida Sara, la que me entregó cariño, me enseñó las tablas de multiplicar, la de las chuletas con lechuga, mi compañera de cine mejicano.
GRACIAS SARA.

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