AMIGOS.
Cuando a transcurrido un largo tramo de mi vida, cada cierto tiempo me da por hacer balances. Entre el haber y el debe casi nunca cuadran las cifras. En mi caso y ahora, quiero escribir sobre un haber importante a mi cuenta de la vida. Mis amigos que se mantuvieron en los años, no los que pense me acompañarían y quedaron en la cuenta del debe, que no fueron pocos. Uno reflexiona y se pregunta en qué y en quienes me equivoque, cuanto fue mi culpa y si más valió haberlos perdido. Hoy puedo decir y les contaré sobre dos en particular, de un reducido número que se mantienen en el registro telefónico, que aprecio y valoro sobre manera. Creo que debo escribir algo sobre ellos si no rendirles un homenaje. Su amistad es valiosa para mí aún cuando no sea muy explícito con ellos. Son un referente de esfuerzo y ejemplo de constancia y lucha personal...
Con Jorge que es unos cuatro años mayor nos une una larga amistad. Llego un día hace más de treinta años a Viena, Austria. Con los años nos fuimos conociendo y compartimos poco a poco pasajes de nuestras vidas. Mi amigo es chileno. Un día de por allá en 1917 un barco de la armada británica llego a Valparaíso y entre sus tripulantes venía un abuelo de mi amigo que se quedo en el puerto. Era un marino Originario de Ceilán. Ese navegante formó familia y entre su descendencia nació el padre de Jorge. Mi amigo me cuenta de una vida dura, llena de necesidades y de una infancia acompañando a su padre que recolectaba basura en los cerros del puerto. Ayudaba y soñaba conduciendo el Carreton de mulas donde debía buscar cucharas y plomo entre la basura. Ahí encontró libros o revistas que lo atraían, mientras se imaginaba conducir nobles corceles en regio carruaje. Un día su padre falleció joven en un accidente cuando fue atropellado. Vinieron días y duros años. Una viuda con numerosa prole no pudo con todos los hijos y se vio obligada enviarlo a un hogar de huérfanos, "Arturo Prat" Mi amigo un día muy joven con 14 años fue aceptado como grumete de la armada de Chile. Ahí hizo un duro aprendizaje siendo uno de los más niños...pasaron más años, se casó, estudio y formó familia con hijos. Vino el año 1973 y un año después llegó a Vienna donde nos conocimos, madurando poco a poco una amistad que aún perdura. Cuantas anécdotas juntos, cuantas locuras de juventud que valdría la pena contarlas sin pretensiones de presentarnos como modelos...
Alejandro es otro amigo que me enorgullece con su amistad. Nos conocimos por el 67 o 68 no acuerdo con exactitud. En una crónica anterior cuento el momento cuando nos conocimos en la caleta "guardia Marina Riquelme" una tarde de verano iquiqueña. También fue un niño que pasó muchas vicisitudes. Fue el quien me acerco a las faenas de pesca y por un tiempo compartimos la pesca de tiburones y pez espadas. Con el tiempo estudio y se transformó en un prestigioso marino, capitán de barcos que navega por años la Región de los canales en el sur de Chile.
Un día me llama Alejandro por teléfono y me dice que viaja a Santiago para exámenes médicos, sugiriéndome que yo viajé del campo donde vivía en Angostura para encontrarnos y lo acompañara. En Santiago yo llegaba a la bella casa que mi amigo Jorge tenía en las faldas del cerro San Cristóbal.
Llegue y le comenté a mi amigo que me encontraría con el Capitan y haría las presentaciones.
Fuimos la siguiente mañana y nos encontramos. Comenzamos a conversar y en la medida que avanzábamos en nuestra conversación e historias particulares empezó la sorpresa. Los dos habían estado en el mismo hogar de niños. Hubo emociones y mucho wisky...la vida nos ha separado y juntado pero en honor a esta amistad les quiero darles gracias por ser mis amigos.
Cuando a transcurrido un largo tramo de mi vida, cada cierto tiempo me da por hacer balances. Entre el haber y el debe casi nunca cuadran las cifras. En mi caso y ahora, quiero escribir sobre un haber importante a mi cuenta de la vida. Mis amigos que se mantuvieron en los años, no los que pense me acompañarían y quedaron en la cuenta del debe, que no fueron pocos. Uno reflexiona y se pregunta en qué y en quienes me equivoque, cuanto fue mi culpa y si más valió haberlos perdido. Hoy puedo decir y les contaré sobre dos en particular, de un reducido número que se mantienen en el registro telefónico, que aprecio y valoro sobre manera. Creo que debo escribir algo sobre ellos si no rendirles un homenaje. Su amistad es valiosa para mí aún cuando no sea muy explícito con ellos. Son un referente de esfuerzo y ejemplo de constancia y lucha personal...
Con Jorge que es unos cuatro años mayor nos une una larga amistad. Llego un día hace más de treinta años a Viena, Austria. Con los años nos fuimos conociendo y compartimos poco a poco pasajes de nuestras vidas. Mi amigo es chileno. Un día de por allá en 1917 un barco de la armada británica llego a Valparaíso y entre sus tripulantes venía un abuelo de mi amigo que se quedo en el puerto. Era un marino Originario de Ceilán. Ese navegante formó familia y entre su descendencia nació el padre de Jorge. Mi amigo me cuenta de una vida dura, llena de necesidades y de una infancia acompañando a su padre que recolectaba basura en los cerros del puerto. Ayudaba y soñaba conduciendo el Carreton de mulas donde debía buscar cucharas y plomo entre la basura. Ahí encontró libros o revistas que lo atraían, mientras se imaginaba conducir nobles corceles en regio carruaje. Un día su padre falleció joven en un accidente cuando fue atropellado. Vinieron días y duros años. Una viuda con numerosa prole no pudo con todos los hijos y se vio obligada enviarlo a un hogar de huérfanos, "Arturo Prat" Mi amigo un día muy joven con 14 años fue aceptado como grumete de la armada de Chile. Ahí hizo un duro aprendizaje siendo uno de los más niños...pasaron más años, se casó, estudio y formó familia con hijos. Vino el año 1973 y un año después llegó a Vienna donde nos conocimos, madurando poco a poco una amistad que aún perdura. Cuantas anécdotas juntos, cuantas locuras de juventud que valdría la pena contarlas sin pretensiones de presentarnos como modelos...
Alejandro es otro amigo que me enorgullece con su amistad. Nos conocimos por el 67 o 68 no acuerdo con exactitud. En una crónica anterior cuento el momento cuando nos conocimos en la caleta "guardia Marina Riquelme" una tarde de verano iquiqueña. También fue un niño que pasó muchas vicisitudes. Fue el quien me acerco a las faenas de pesca y por un tiempo compartimos la pesca de tiburones y pez espadas. Con el tiempo estudio y se transformó en un prestigioso marino, capitán de barcos que navega por años la Región de los canales en el sur de Chile.
Un día me llama Alejandro por teléfono y me dice que viaja a Santiago para exámenes médicos, sugiriéndome que yo viajé del campo donde vivía en Angostura para encontrarnos y lo acompañara. En Santiago yo llegaba a la bella casa que mi amigo Jorge tenía en las faldas del cerro San Cristóbal.
Llegue y le comenté a mi amigo que me encontraría con el Capitan y haría las presentaciones.
Fuimos la siguiente mañana y nos encontramos. Comenzamos a conversar y en la medida que avanzábamos en nuestra conversación e historias particulares empezó la sorpresa. Los dos habían estado en el mismo hogar de niños. Hubo emociones y mucho wisky...la vida nos ha separado y juntado pero en honor a esta amistad les quiero darles gracias por ser mis amigos.