EL marino en el desierto.
Han pasado muchos años de esta historia y he seguido surcando océanos. Fue una experiencia que me mostró las contradicciones de lo que era y seria mi vida, entre el húmedo mar y el árido seco desierto...El mar y el desierto te esculpen el espíritu y el carácter...hasta siempre marino. Tu recuerdo se pierde en una roca salpicada por la humedad salada del Pacífico y las algas marinas serán el consuelo de una rosa que no fue........
Una madrugada, después de regada juerga en puerto, Bolados, armador del María Eugenia, nos propuso embarcar para navegar al norte de Iquique. Buscaríamos una caleta donde pescar y mariscar, disfrutariamos así de un reponedor caldillo . Fue una idea que todos respondimos positivamente. Era verano y el mar ese día estaba como taza de leche, no nos seria difícil acercarnos con la embarcación a las rocas. Así lo hicimos , conversando fuimos empopados al norte. Un par de horas de navegación nos bastaron para llegar a Alto junin, era una vista maravillosa, pudimos fondear cerca de las rocas, bajo un acantilado echamos lienza. No tardó mucho en picar el peje perro. Mientras uno ponía manos a la obra cocinando ese bello pescado reponedor, un par de nosotros nos acercamos en bote a las rocas a mariscar y arreglar un lugar donde preparar el perol. Quién no sabe en que consiste este. Se trata de juntar una variedad de mariscos, en el hueco de la roca aliñarlos con especies, mucho limón de Pica y después comerlo directamente en el lugar.
Alto Junín está poco antes de llegar a Pisagua. Fué, segundo lugar de desembarco durante la guerra del pacífico, simultanea mente con el de Pisagua, un poco mas al norte. Cuando nos disponíamos a mariscar, separándome del grupo no resistí la tentación de subir ese acantilado. Viendo un sendero en medio de las rocas que lo hacia posible. Así llegué a la cima. Una vez arriba quedé estupefacto. Entre el inmenso mar y el desierto abrazador, estaba yo y un cementerio abandonado. Ninguna casa, solo tumbas. Unas abiertas, quizás habían sido saqueadas o sus deudos trasladado los restos a lugares donde serian mas asequibles . En fin...La impresión fue muy grande. Mientras reflexionaba sobre esos enormes mensajes que el destino ponía a mi paso, vi a mis pies una pequeña placa, al recogerla no supe de que lugar era. Tratando de distinguir lo escrito baje con ella al agua y la lavé, era una plancha rudimentaria de bronce que a golpes de martillo y clavo llevaba grabado un nombre extranjero bajo el cual decía. "MARINO NORUEGO"
Algo emocionado al pensar en la suerte de ese marino muerto tan lejos de su tierra , quizás en qué desgraciada circunstancia, dejé la placa afirmada en una roca, donde cada cierto tiempo era salpicada por el agua, esa que desde tan lejos había traído a nuestro amigo.
Sin comentarios me integré a mis compañeros, quienes ya habían terminado las labores de pesca y mariscar.Solo me restaba comer y deleitar esos manjares tan reponedores que la naturaleza nos entregaba.
Investigando en el tiempo supe que Alto Junin había sido un puerto de embarque salitrero. Lo que había visto tan hermoso y desolado, en su tiempo fue una rada llena de veleros anclados, esperando ser cargados con lo que fue motivo de la guerra de tres pueblos hermanos.
Salud! Vikingo donde te encuentres en tu navegación estelar.
Han pasado muchos años de esta historia y he seguido surcando océanos. Fue una experiencia que me mostró las contradicciones de lo que era y seria mi vida, entre el húmedo mar y el árido seco desierto...El mar y el desierto te esculpen el espíritu y el carácter...hasta siempre marino. Tu recuerdo se pierde en una roca salpicada por la humedad salada del Pacífico y las algas marinas serán el consuelo de una rosa que no fue........
Una madrugada, después de regada juerga en puerto, Bolados, armador del María Eugenia, nos propuso embarcar para navegar al norte de Iquique. Buscaríamos una caleta donde pescar y mariscar, disfrutariamos así de un reponedor caldillo . Fue una idea que todos respondimos positivamente. Era verano y el mar ese día estaba como taza de leche, no nos seria difícil acercarnos con la embarcación a las rocas. Así lo hicimos , conversando fuimos empopados al norte. Un par de horas de navegación nos bastaron para llegar a Alto junin, era una vista maravillosa, pudimos fondear cerca de las rocas, bajo un acantilado echamos lienza. No tardó mucho en picar el peje perro. Mientras uno ponía manos a la obra cocinando ese bello pescado reponedor, un par de nosotros nos acercamos en bote a las rocas a mariscar y arreglar un lugar donde preparar el perol. Quién no sabe en que consiste este. Se trata de juntar una variedad de mariscos, en el hueco de la roca aliñarlos con especies, mucho limón de Pica y después comerlo directamente en el lugar.
Alto Junín está poco antes de llegar a Pisagua. Fué, segundo lugar de desembarco durante la guerra del pacífico, simultanea mente con el de Pisagua, un poco mas al norte. Cuando nos disponíamos a mariscar, separándome del grupo no resistí la tentación de subir ese acantilado. Viendo un sendero en medio de las rocas que lo hacia posible. Así llegué a la cima. Una vez arriba quedé estupefacto. Entre el inmenso mar y el desierto abrazador, estaba yo y un cementerio abandonado. Ninguna casa, solo tumbas. Unas abiertas, quizás habían sido saqueadas o sus deudos trasladado los restos a lugares donde serian mas asequibles . En fin...La impresión fue muy grande. Mientras reflexionaba sobre esos enormes mensajes que el destino ponía a mi paso, vi a mis pies una pequeña placa, al recogerla no supe de que lugar era. Tratando de distinguir lo escrito baje con ella al agua y la lavé, era una plancha rudimentaria de bronce que a golpes de martillo y clavo llevaba grabado un nombre extranjero bajo el cual decía. "MARINO NORUEGO"
Algo emocionado al pensar en la suerte de ese marino muerto tan lejos de su tierra , quizás en qué desgraciada circunstancia, dejé la placa afirmada en una roca, donde cada cierto tiempo era salpicada por el agua, esa que desde tan lejos había traído a nuestro amigo.
Sin comentarios me integré a mis compañeros, quienes ya habían terminado las labores de pesca y mariscar.Solo me restaba comer y deleitar esos manjares tan reponedores que la naturaleza nos entregaba.
Investigando en el tiempo supe que Alto Junin había sido un puerto de embarque salitrero. Lo que había visto tan hermoso y desolado, en su tiempo fue una rada llena de veleros anclados, esperando ser cargados con lo que fue motivo de la guerra de tres pueblos hermanos.
Salud! Vikingo donde te encuentres en tu navegación estelar.
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