La cumbre de la montaña.

No sé si con los años un hombre se pone más remolón, doma sus emociones y el instinto. La cabalgata ya no es al galope, si no al trote lento...Uno mira el paisaje y admira la naturaleza con sus animales y flora, vienen las reflexiones y el recuerdo de amores imborrables, autocríticas irreparables y así.  Miras el arroyo para decir. "Agua que no has de beber déjala correr." Aunque no faltó el momento que te dio una sorpresa la cual no soñabas. Así ella en la entrada del hotel antes de llegar a la recepción me dijo: "Si la montaña no viene a mi, yo voy a la montaña." Yo no habría sido tan intrépido y valiente. Pensar que fui su montaña. conquisto la cumbre. Llevo conmigo ese bello recuerdo de una noche en Moscú. La belleza con el tiempo se pone esquiva pero el intelecto se ilumina y te puedes apasionar reconociendo mil nuevas sorpresas en el camino de nuestro viaje a Itaca.....